15 ago 2005

Editorial

Decálogo del No-arte
Carta abierta a los artistas

(respuesta desde la posmodernidad a Gabriela Mistral)


Profundamente consternados por la falta de Arte de calidad en nuestro preciado terruño, presentamos nuevamente en nuestra sección de creación artística una extraordinaria muestra de arte contemporáneo salvadoreño. Además, hemos decidido hacer un decálogo para artistas que sirva cuando menos como guía a las jóvenes generaciones.

El arte es como un caleidoscopio; queremos mostrar diez maneras de verlo, lugares comunes, excluyentes y equivocados obviamente. ¿Por qué? Porque el verdadero arte no sigue ninguna regla, ningún decálogo. Esta abierto a todas las posibilidades. Surge de la profunda urgencia del artista por abrir esa esfera de luz y tiniebla que está por estallarle dentro. Surge tambien de un profundo abatimiento, aborrecimiento y aburrimiento, y no le demos mas vuelta: porque no hay mas remedio.

Añada la suya o súmese a alguna, si le provoca.

1. El arte como una actividad enaltecedora del espíritu humano: comunica valores universales e imperecederos, como la belleza, la verdad y la justicia. Fiel predicador literario de esta vertiente es el Dr. David Escobar Galindo, y su probable sucesor, Luis Federico Hernández, y en el equipo femenino: Lovey Argüello y Yanira Soundy. En teatro contaríamos con la presencia de Isabel Dada, en música, Elizabeth Trabanino. En pintura todas las flores y puestas de sol y niños cafetaleros mirando felizmente hacia un horizonte promisorio de esperanza.

2. El arte como ensayo sobre la moral: el bien y el mal se hacen evidentes. Manlio Argueta dijo recientemente que alguien que lee no puede salir a robar. Olvida que muchos de los grandes déspotas han sido no solamente tiranos sino también letrados. Y que la mayoría de los artistas abogan más por la libertad que por la moral, y que aquellos que recetan “moralina” son a veces los que en sus vidas privadas necesitan más de ella.

3. El arte de compromiso social: denunciar el mal, criticar el establisment desde el establishment es la gran hipocresía de esta tendencia. Aquí podemos reunir a los amigos de Astac, a todos los que han escrito testimoniales de la guerra (y no vamos a mencionar su escaso valor literario). Las pinturas del Che y las esculturas de D’abuisson serían su contraparte, comprometidos políticamente con iconos estereotipados como banderillas agitadas al viento.

4. El arte como una actividad económica: aquí tienen cabida los que buscan lucrarse de su quehacer artístico. El arte como una profesión con sus grados y doctorados, y luego los ascensos salariales y derechos laborales, hasta el turismo cultural que declara Año Dalí a las rebajas y el marketing de bufandas y parafernalia consumista con los bigotes del pintor surrealista. Nuestro país aún se encuentra en pañales en esta aberración, pero las nuevas generaciones despuntan con vigor, visitando ferias de arte a diestro y siniestro, mientras nuestros autores se codean con el premio Nobel y sus dos mil fans en busca de un autógrafo. Concultura, por su parte, busca desesperadamente convencer a nuestros empresarios del valor comercial de la cultura.

5.El arte como artesanía. La gran mayoría de nuestros artistas quizá entraría en esta categoría. ¿Cómo saberlo? Revise esta lista: ¿repite usted el mismo motivo más de dos ocasiones?, ¿tiene la impresión, en ocasiones, de que se copia a sí mismo?, ¿tiene la impresión de que, de vez en cuando, copia a otros?, ¿tiene un horario de trabajo?, ¿trabaja pensando en su próxima publicación , exhibición, presentación? ¿Desea, en lo más profundo de su alma, que su obra guste al publico?

6.El arte como ”hobbie”. Fomentado por todas las escuelas y talleres de arte que buscan lucrarse de las ilusiones de diletantes desocupados.

7. El arte como paliativo de la soledad. El mas triste caso de todos, pero no hay mejor herramienta de conquista que recitar un poema de memoria u ofrecer la inmortalidad en un retrato... al desnudo.

8. El arte como vehículo de venganza: “Oh dulce venganza, se acordarán de mí, muertos de envidia, humillados, ya lo verán,” es la frase que acompaña el ejercicio de esta visceral tendencia.

9. El arte como una farsa arribista: Producido por lo general por los mitómanos que construyen sus altares ante las atónitas miradas de una ingenua burguesía que los apoya desgajando billete tras billete y encumbrando sus obras complacientes en copiosas colecciones y lujosas ediciones.

10. El arte como ejercicio de la más pura vanidad. Vanitas vanitas, espejito espejito, dime, ¿quién es la más bella de todas?


Otros decálogos por y para artistas dignos de atención:

De Horacio Quiroga
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaLatinoamericana/quiroga/decalogodelcuentista.asp

De Augusto Monterrosa
http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/monterr2.htm

De Krysztof Kieslowski
http://www.banrep.gov.co/blaavirtual/letra-k/kinetos/decalog.htm

De Dogma 95
http://www.mundofree.com/cine_escandinavo/Dogme_95.html