15 may 2006

Andanzas:

En la IX Bienal de Arte de La Habana
Jorge Albán Dobles

En el Malecón de La Habana una pareja ahoga en ron sus celos por un sol que cada tarde coquetea con el lado capitalista del mar. Y es que, últimamente, todos los mares y soles se confunden. Para esta Novena Bienal de La Habana cientos de galerías no oficiales operan abiertamente, algo impensable en ediciones anteriores. Si McDonald's vende ensaladas&...;, ¿por qué no puede La Habana sacar partido de sus espacios de cuestionamiento a la oficialidad?

Infinidad de galerías individuales compiten por el éxito comercial de su único artista. La Habana, sede de la Bienal que no se rige por parámetros de mercado, aparece saturada de galerías comerciales. Nada de malo en querer prosperar, pero ¿quién inventará nuevos usos para el arte si aquellos que tienen la imaginación por oficio dedican su energía a producir bienes de consumo para el mercado?

A diez kilómetros de allí, en Alamar, la mayor ciudad satélite de la Revolución, otros cubanos y cubanas se reúnen cada martes y jueves desde hace años, para conciliar poemas de Martí con música de Joplin y estética Dadá con música Trova. El colectivo OMNI Zona Franca, existe porque una comunidad de trescientos mil habitantes, abortada económica y culturalmente de La Habana tras la salida de los soviéticos, halló en el rap, la poesía concreta y el arte mural una forma de transformar sus calamidades en venturas.

Los de OMNI meten bulla tanto sonora como social. Su arte de mística urbana los ha llevado hasta la cárcel; y su participación oficial se debe a la tenacidad de la investigadora Dannys Montes de Oca. Entre las acciones de OMNI se incluyen añadir bancas postizas para que la gente converse frente a frente en las largas esperas del autobús, formar cadenas humanas para transportar ladrillos grabados con mensajes de esperanza de un lado a otro del barrio, y ritualizar en plena vía pública una labor cotidiana, como el manicure, práctica de subsistencia para la artista Natividad Soto.

Bajo el lema de Dinámicas Urbanas, esta Novena Bienal de La Habana reúne obras de más de 400 artistas, apenas 129 de los cuales son oficiales. Entre quienes fuimos invitados a participar en el evento teórico paralelo a la Bienal, surgió un consenso en el sentido de que los proyectos más interesantes no solo representan, sino que intervienen o provocan activamente dichas dinámicas urbanas, revelando lo artificial de la barrera construida por el mercado, instituciones y artistas, entre la práctica de la vida y la práctica del arte.

René Francisco es uno de esos artistas cubanos no oficiales presentes en la Bienal. Desde hace años, de manera afín a Joseph Beuys, investiga dónde termina el ejercicio del arte y empieza aquel del sacrificio ritual. Su trabajo en la barriada marginal de El Romerillo consistió en entrevistar a 44 vecinos y vecinas para determinar las tres personas más desamparadas y a las que el destino no había dado lo que se merecían. Procedió entonces a satisfacer sus deseos, ya fuera una cocina a donde llegue el agua potable para que la anciana "sobadora" Rosa pudiera lavarse las manos, o un patio en el que Nin lograra asolearse desde su silla de ruedas. La hermosa documentación en video del proceso de investigación, convivencia y construcción, proyectada en las calles del barrio, se vuelve una poderosa afirmación de la solidaridad humana.

No todas las efímeras dinámicas urbanas que atrapa esta Bienal corren con tanta suerte. Muchas terminan aplastadas o con las alas rotas al pasar del cálido circuito urbano al frío espacio de exhibición. Así sucede con la instalación del North Front Street Project de Belice, o el trampolín modernista sobre una piscina de basura del cubano Franklin Álvarez. Los excelentes videos del costarricense Alejandro Ramírez fueron implementados de manera correcta pero algo ascéptica.
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La obra de Karla Solano enriquece sus capacidades de evocación al cubrir uno de los pocos muros de la Habana Vieja que se prestaron para ello, con la foto digital de un íntimo fragmento corporal. Gran parte de las obras expuestas son documentaciones en foto y video de dinámicas en otras ciudades. Esto sugiere el uso de tecnología digital de baja intensidad para la investigación y difusión de futuras ediciones, especialmente ahora que el Software de Fuente Abierta se plantea como alternativa real al software comercial. Integrar la plástica contemporánea a los nuevos medios y al arte-información permitiría a la Bienal de La Habana recuperar el liderazgo investigativo de décadas pasadas y la eficiencia comunicativa de los medios electrónicos del presente.