15 may 2006

Si la muerte llega en primavera…

Jurisprudencia y ficción en José María Méndez
Rafael Lara-Martínez

Existía la zona ficticia de lo jurídico, paraíso de orden y respeto […] y otra zona real contrapuesta a la ficticia, infierno de arbitrariedades y vejámenes, en los que no había leyes […] ni justicia. JMM

Si la muerte llega en primavera… Enarbola el viento que mece un sol desnudo, impúdico y sin nubes. Cielo radiante, diáfano en palabras. Vestida en flor la anuncian. Pálidas hojas de retoño lustroso. Revolotea al aire fino y al polvo sin voz. Cariñoso cogollo.

Si la muerte llega en primavera… Tu sonido —disparatario (1957) de verde humor— se diluye en bruma de otoño. Disuelve la risa mordaz. La broma socarrona en trágica vivencia de historia sin “límite” de “estrellas”.

Si la muerte llega en primavera… La sonrisa opaca un tiempo irredimible (1970). Hacia ahí fluye la época dorada de un “maestro en narrativa”. Tu tentativa profética anticipa sino de guerra. Mancha que reprime. Justicia acobardada. De sueños que interrumpen rutinas militares. Labores agotadas en hábitos sin rumbo.

Si la muerte llega en primavera… Las leyes sociales no las deduce el derecho. Ni las dicta forma jurídica, vacía y sin “respeto”. Revela la “zona real” una “fantasía creadora”. Única escritura que interroga drama venidero en su osadía.

Si la muerte llega en primavera… Antes del despegue de la guerra, varias “mujeres al cuadrado” (1962) declaman que burla e ironía culminan en drama heroico y mortuorio. Al ocultarse “el duende” oscuro de tu humor. Reencarnan “ángeles” bíblicos. En remedo sibilino recitan la fatalidad de un régimen. “I had a dream”.

Si la muerte llega en primavera… En tu lúcido desvarío, fallece el marido ebrio, el estado militar, mientras “desnuda”, la nación “sonríe satisfecha”. Presumida en su “liberación”. “Ella sabe la historia”. “Policías vestidos de civiles”. “Disuelven a balazos manifestaciones estudiantiles”. Persiguen “ojos soñadores’. Acosan la esperanza, al tiempo que repara en prostitución y acoso. La única propuesta.

Si la muerte llega en primavera… Espejo del tiempo (1973), en su cambio de genio, la fantasía refleja un mundo social. Se consume en violencia. “Hallazgo de verdades dolorosas”.

Si la muerte llega en primavera… La “campánula” repica. Delirio y suicidio resuelven pérdida de hombría. De toda dignidad ante pobreza. “Me tocan las nalgas […] la miseria lo empuja a” todo “envilecimiento”. Se vuelve “intolerable repasar la historia de su vida”, la historia nacional. Tu política sexual intuitiva. Degradar al hombre es remitirlo a lo femenino. Lo no-fálico.

Si la muerte llega en primavera… Ninguna ley otorga “testimonio histórico de la corrupción del régimen”. De todos esos “muchachos sucios y peludos que fumaban marihuana” a quienes “el agente que les tocó […] se le fue la mano”. “Quemados”. “Lanzados al mar desde aviones”.

Si la muerte llega en primavera… Es por un anhelo tan arraigado en tu pecho de anticipar en el cuento “la historia del hombre”. “Manuscrito divino” que decreta “las estaciones prefijadas” de una guerra porvenir. Desmanes de “los tres arqueros”. El “cosquilleo” de “la mosca” en boca del caído. “Cadáver del enemigo” sin derecho a sepultura.

Si la muerte llega en primavera… No hay “mago” que logre “dominar el tiempo”. Ese tiempo sin más libertad que la ilusión que descarga el sueño. Acaso también una figura gemela. “El instante de su muerte”. Momento único en el que sin lugar al suicidio, el hombre se reconcilia con su laso consorte femenino. Con la que recita que “el límite son las estrellas”. Lugar de unión y utopía.

Si la muerte llega en primavera… La “fantasía” es el lugar de los muertos. Cual Antífona, en lápidas marmóreas esculpes el adiós a “muertos sin cadáveres”. La jurisprudencia niega olor a ciprés —habeas corpus— que la ficción reclama. “Compañeros nuestros que desaparecían después de las capturas o de los tiroteos de las manifestaciones. Nosotros sabíamos la verdad aun cuando no pudiéramos probarla”. Para ti, la guerra había comenzado diez, veinte años antes. En los sepulcros invisibles que calcan tus cuentos.

Si la muerte llega en primavera… Jardines y huertos —“limoneros y jazmines”— son “ahora un cementerio”. Para reunirte, juntarte a ellos, hay que “incorporarse definitivamente a la tertulia” que “el gobierno” llama “sueño”. “Los personajes de mi sueño eran” “antiguos amigos míos […] ya muertos”. La utopía es el mundo de los muertos. “Vida real” que desemboca en “víctimas de los sueños”. Ahora, al vaivén “del cuerpo astral”, ya no te amparas tú en “refugios subterráneos”.

Si la muerte llega en primavera… Es porque sueño, muerte, utopía —tus “tres consejos” virtuales (1994)— se contraponen en bloque a la “ficción” jurídica —“fusiles”, “disparos”, “desaparecidos”— que nos inventa como ciudadanos verdaderos y sin tacha.

Si la muerte llega en primavera… Te imagino cabalgando en estrellas de noche sin luna ni nube, sin tumba ni asiento. Invisible como los fantasmas que entierran los relatos. En una “vida verdadera” y celeste que sólo “nos llega después de varias muertes”. De múltiples pésames que temieron nombrar “a la madre”-patria en “pesadilla” constante, cuya única “preocupación […] nace de sus sueños”.

Si la muerte llega en primavera…