21 sept 2009

Terraemotus: Otoniel Guevara

POESÍA

Otoniel Guevara

SAL, 1967
Isla Juliana



El poeta deambula por su muerte con la impunidad de quien se sabe protegido por una fuerza superior. Se ve desde fuera, caminando por la Isla que ama y a la que ha llegado como despojo de mar. De allí en más sólo puede haber un poema, pues el brujo amor ha dado ya el primer paso. Luego el poeta puede morir de nuevo, morir todas sus muertes sucesivas. No importa. El poema ya es. Otoniel Guevara ha ganado numerosos premios: los Juegos Florales de Zacatecoluca, San Miguel, Ahuachapán, Cojutepeque, Apopa, Usulután y en los certámenes «Roque Dalton», «Alfonso Hernández», Juventud Literaria, Wang, para mencionar algunos. Su obra poética incluye: El Solar (1986); El violento hormiguero (1988); Lo que ando (1992, 1996, 1997); Lejos de la hierba (1994); Tanto (1996, 2000); El sudario del fugitivo (1998); Despiadada ciudad (1999); Erótica (1999); Simplemente un milagro (2001); Cuaderno deshojado (2002); Isla ilegal (2003); Sosiego (2003). RER



Isla Juliana



I (Cartagena)


Otoniel busca entre la escarcha pequeños maderos

para prepararse un ataúd

donde quepan él y su rutina, él y su temor,

su hambre y él, su dios y nadie más que su dios solo y solo

Otoniel tiene la mesa revuelta, llena de papeles y estrellas mojadas por las olas

donde las ratas pasean su ventrilocuencia, su exactitud de naufragio.

Entre los golpes del viento

un aliento de mujer vertida en saxo

demanda los despojos de Otoniel,

como si quisiera atraerlo hacia sí, como si de una nota bien ejecutada

dependiera la tibieza del ataúd con que siempre ha soñado.



II (Islas del Rosario)


Tomados de la mano no son menos mortales que una gota de sal.

Los pelícanos flotan sobre las olas. Ellos

flotan sobre la tierra. No es fácil

dedicarse a unos labios coralinos, uno se enreda

como en una ola, uno se escapa y se queda mirando a la muerte

con melancolía.

Otoniel lleva algo en sus dedos antiguos:

No es aquel fusil que le ensució la sangre,

no es el lápiz con que fundara el estropicio del miedo,

no es el moho de las rejas que le pintó la risa…

Es una mano blanca como el pecado

y como el pecado él la toma y le muestra su profunda y palpitante herida.



III (Palenque)


Al amor de un negro renunció

A su virginidad

A su isla de quietud y a sus dominios

sobre sí misma

Otoniel es un fantasma venenoso

A él no pretende renunciar

Y por eso lo maldice



Para Juliana, agradeciendo su flor inolvidable.