16 ene 2011

ESPERANTO: Margarita Azurdia






Margarita Azurdia

GUA, 1931-1988



Margot Fanjul, Anastasia, Margarita Rita Rica Dinamita. Todos esos nombres identificaron la obra que Margarita Azurdia firmó durante sus más de 30 años de trabajo artístico.


Azurdia, nacida en la Antigua Guatemala en 1931, “representa, en las artes plásticas, a un período singular de la estética nacional. Su nombre está atrapado en un movimiento en el que participaron creadores como Joyce, Daniel Schafer, Luis Díaz”, reseñó Guillermo Monsanto en 1998, el año que Margarita murió.


Su actividad artística se centró en la escultura, la pintura, la poesía, el performance y la danza contemporánea. “En cada una habita un sentimiento de sencillez muy significativo”, escribió Monsanto. “Pasaba de una cosa a otra si su trabajo se lo pedía. El body art, la búsqueda de la espiritualidad en el arte, la experiencia de la poesía, el feminismo o su activismo cultural le dotaron de una serie de experiencias que provocaron más de una polémica en Guatemala o una descalificación sistemática sobre su persona”, dice Rosina Cazali, íntima conocedora de la obra de Azurdia.


Azurdia era un personaje excéntrico. Interesada en la espiritualidad y el amor a la naturaleza.


Comenzó su actividad artística alrededor de los 30 años de edad, en la década del sesenta. Su primera exposición, en 1964, la hizo bajo el nombre de Margot Fanjul. “Para la sociedad tradicional fue la mujer que siempre provocaba una presencia incómoda. También fue la artista que irrumpió en una exposición ataviada con una elegante casulla de obispo o escribía poesías que, para los conocedores, no pasaban de ser afrentas a la corrección poética, como aquel famoso verso que la marcó para el resto de sus días como Margarita Rita Rica Dinamita” apunta Cazali.


“Desde que yo comencé a pintar encontré una fuerte discriminación hacia las mujeres artistas…


Recibí correspondencia donde me decían que mejor me dedicara a cuidar a mis hijos, que me encargara de mi casa, pero yo no hacía eso”, citó a Azurdia Gustavo Montenegro al dar la noticia de su fallecimiento.


De 1974 a 1982 Azurdia se trasladó a Francia. “Como resultado de su traslado, aprendió a dibujar y comenzó a escribir poesía”, dice Cazali. Al volver, inició con “probablemente, la serie más ambiciosa y más conocida de la artista, principalmente por su extraordinaria fantasía y el uso de materiales inesperados. Consiste en una colección de tallas directas en madera que fueron encargadas a artesanos especializados en figuras religiosas”, dice Cazali.


Azurdia, antes de morir, fundó el museo que lleva su nombre, así como la Fundación Milagro de Amor, que actualmente se encarga de difundir y preservar las piezas de esta figura importante dentro de la Historia del Arte Guatemalteco. Edwin Siekavizza