17 ene 2011

TERRAEMOTUS: Carmen Boullosa





POESÍA
Carmen Boullosa

MEX, 1954

Salvaja


Hablar de la poesía de Carmen Boullosa es hablar de ese microcosmos mágico que es Coyoacán, el lugar de los coyotes, un pueblo indestructible en medio de la asfixia citadina. De inmediato evoca uno a Frida Khalo, que tuvo allí su casa; piensa uno en el bar El Cuervo y en La hija del Cuervo, lúdicas casas que tanto han hecho por el arte escénico en Ciudad de México, y en cuyo hacer Carmen Boullosa ha tenido mucho que ver; pero también el nombre de Coyoacán evoca al gran rey poeta texcocano, Netzahualcóyotl, del que la poesía de Boullosa es fiel heredera. Como en la poesía de esa especie de Salomón prehispánico, la preocupación por el ser humano es central en la poesía de Boullosa; asimismo lo son su desconcierto entrañable por un mundo inexplicable, las zonas oscuras del espíritu, el amor sin esperanza, nada más el amor. RER


En las noches camino, corro, vuelo,

sin distinguir

recorro la tierra


Camino,

en las noches devoro migas de luz

que sobre los pastos duermen.


Duerme acostada la luz

iluminada apenas.


Los oscuros árboles

oscuros me ven pasar corriendo:

“¿devoraste tú, salvaja, tú rompiste,

destrozaste...?”


Danzan conmigo

danzas que lo árboles no bailarían,

gritan injurias que los árboles no pronunciarían.

Al verme no guardan el silencio prisionero de los árboles:

tórnanme muda.




CORRO.

En los caminos que rajan ciudades

abro los ojos: a nadie veo.

No me enseñaron a leer personas en las formas.

Nadie educó mis ojos.

Mi padre

es la llama ardiendo en el seco rosal.

La llama triste.


No me enseñó a mirar

y como él me enciendo.

Sin quemar.

Ilumino.

No para ver.




(PONGO el dedo en el mundo.

Aprieto fuertemente

Vuelvo rompecabezas la unidad.)




PIES tengo.

Alas no.

¿Un rabo cuelga?

Tal vez adentro: es mi tórax hueco.


Alas no tengo:

si la piel delgada y aire, aire, aire,

por mis venas aire vuela.

La que rasga el camino que recorre

podría volar.

Pasos, pasos que tan bien rompen

¡sujeténme!


(¡corro, corro,

pongo y quito los pies

en la tierra arisca!)




MASCO furiosamente un tallo correoso...

¡Me sujeto con los dientes a ti,

estallado grano insepulto!

¡Sálvame!




¿CÓMO podría conocer formas humanas?

Abro los ojos:

huelo peligro:

¡me echo a correr!


Una tarde vi

como los pies que tengo

otros enfrente

temblando como los míos

de miedo.


Vi los pies,

vi las manos,

el ombligo

como en mí los he visto.

Pero el hosco misterio

desde donde mis ojos...

el nido de las miradas...

la uña de mi lengua...

no pude reconocerlo

porque no lo conozco.




(SI TUVIERA dos bocas

me diría “¡salvaja!”

...me diría las tres mordidas

de mi nombre

sal va ja)




HE DICHO camino, corro...

antes de terminar la frase

con la palabra vuelo

grito “¡sálvame!”

¡salvenme pasos¡

¡diga alguien por mi

salvaja!”

Grito y ni yo tengo oídos para escucharme.

Vuelo.


Cuando escribo esto es porque

la rota bestia

la salvaja que soy

yo

por los aires

me he ido.




(...LOS GUARDIAS, no permitan que escapen,

no dejen que esas fieras...).